jueves, enero 05, 2006

-¿Aló?
-¡Oye weona cierra el hocico cuando bostecí!
-Jajajaja...¡me viste!
-Si po´weona.
-Jajajaja, es que tengo sueño po´. ¡Amiga pasaste en la micro!
- Sí, cacha que ayer me quedé hasta las dos en el diario
-¿La dura? jajajaja, que pal pico
-Si weona....ya a la hora de almuerzo hablamos.
-Ya, que te vaya bien
-Que te vaya bien, chao
-Chao, besitos

Todos van apurados, con el pelo mojado, con carpetas en la mano, con grandes bolsos deportivos, con maletines. Le gusta el contraste. El sentir que ella va en cámara lenta cuando los demás van a mil por hora.
Llega hasta el carrito de café y pide uno. Le cuesta cien pesos. Se sienta en las bancas, elige un lugar en donde llegue el sol de la mañana. Saca un cigarro, lo prende y disfruta de su café. Pero su paz se vería interrumpida. Hacia ella se dirige un hombre de como 55 años, con su cara y ojos muy rojos, con un jockey que ya no se notaba lo que tenía escrito, unos jeans sucios y una mochila destartalada. Cuando se acerca, se siente un fuerte olor a vino.
- Ehhh...ehhh...me podría...ehhh...(balbuceo, balbuceo, balbuceo) ...¿le molestaría si me siento aquí?.
-No. (Piensa: En verdad si me molesta)
El hombre se agarra la cabeza, en señal de que le duele. Suelta un "Ayyy", seguido de un suspiro.
Perdita no lo toma en cuenta. Sigue fumando su cigarro y tomando su café con dos de azúcar que está muy caliente. No lo mira. Desea que se vaya para disfrutar de la mañana SOLA.
-Ohhh, toy terrible congestionao, me kee dormio en el pasto.
-Mmmm...de má
Su voz es gangosa.
-Taba al lao de una pareja, puta no sé si eran pareja o no, no se veía, puta no sé, parece que eran pareja...ahí siguen durmiendo. ¿Tiene hora?
-No. (Piensa: En verdad si tengo)
Su molestia de estar escuchando a ese hombre sin querer ni tener que escucharlo, la llevó a dejarse la hora para ella. Había visto su celular hace cinco minutos. No tenía necesidad de haberlo mirado, pero no dijo nada.
-Este reloj... no pasá ná, tiene cualquier hora.
Le muestra el reloj a Perdita. Tiene un diseño de la bandera de Brasil.Funciona. El hombre se apoya en el respaldo del banco.
Silencio.
Pasa un abuelo.
-Caallero, ¿me dice la hora?
-Las nueve.
- Cacha, esta weá dice que son veinte pa´las nueve.
-Mmmm...(Piensa: Si sabía)
A Perdita le queda menos de la mitad del cigarro, y más de la mitad de su café.
-¿Y usté qué hace?
-Trabajo aquí cerca. Me voy. Chao.
-Chao.
Perdita se para y se va caminando lento. Ve a la pareja que le había dicho el viejo. Una pareja joven durmiendo. El la tenía abrazada. Ocupaban sus mochilas como almohadas y se notaba que estaban disfrutando de un sueño exquisito a pesar de la humedad del pasto y del frío que deben haber sentido. Perdita los mira y les causa ternura. Sonríe.
Sigue tomando su café en pequeños sorbos, ya no está tan caliente. Va pensando que perdió quince minutos de su preciada mañana teniendo que aguantar la presencia de ese hombre, de ése entrometido que había invadido su espacio. No habría tenido problema con que se sentara cerca de ella, pero el problema fue tener que escucharlo. Había mucha gente en la plaza disfrutando de su desayuno, pero no, el weón la tuvo que elegir a ella para iniciar una conversación.
Perdita se va acercando a su lugar de trabajo. Quiere botar el café que le quedaba, pero no hay ningún basurero cerca. Cuando llega al edificio hay como tres. Lo tira dentro de uno y se queda mirando dentro del tacho como diez segundos. El sabor de ése café que todavía quedaba en el vaso lo podría haber disfrutado, pero no. Todo se había dio a la mierda. Ésos quince minutos se los habían cagado. Ése tiempo en la vida de Perdita se había perdido. Nunca más los recobraría. Todo por un viejo weón jugoso, que seguramente ya le estaría preguntando la hora a alguien más y mostrándole su reloj carioca a otra víctima, cagándole la mañana como a ella.
Perdita se cruza de brazos y camina hacia la entrada del edificio.